Con su visita inesperada, pudimos estar muy cerca del milagro de la vida.
Con respeto y delicadeza, sin intervenir, supimos del cuidado de la mamá por sus pichones mientras los empollaba, dándoles su calor para que pudieran nacer a su tiempo y saludables. Y después, supimos de sus mimos, de su custodia y sus vuelos cotidianos en busca de alimento para darles de comer.
Ahora, solo resta verlos abrir las alas para emprender su propio vuelo siguiendo a su mamá. Y como todos los hijos del mundo ¡aprender a volar!
Con tiempo y amoroso cuidado, la vida nace y crece siempre, en todas partes.
Si alguna vez pudiste tener el privilegio de ver cómo nacía y crecía algún pichón o cachorro
de algún animalito y querés contarnoslo, escribinos a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.