La Iglesia, con ese mismo símbolo, nos llama a cuidar la Creación, a restaurarla, de manera que vuelva a ser hogar de todas las criaturas, lugar de vida digna y de amor radical.
La carpa de Abraham posiblemente haya estado abierta por varios de sus costados, por lo que cualquier persona que pasara se sentiría bienvenida.
La carpa es, frecuentemente, un símbolo del diálogo, especialmente entre las religiones monoteístas nacidas de Abraham.
Hoy es señal de nuestro llamado interreligioso e interdisciplinario a crear espacios seguros para la oración, el diálogo y el discernimiento sobre la vida, el planeta y la Creación.
La tienda representa un lugar de resguardo o de refugio. Nos vincula con las personas sin hogar, refugiadas y todas aquellas que están en movimiento y desplazadas por los efectos del cambio climático…
El símbolo de la tienda puede recordarnos también cómo Jesús vino a morar en medio de su pueblo como un signo del amor de Dios. El amor es la raíz de nuestra fe, que nos impulsa a amar a nuestros semejantes cultivando y cuidando nuestra casa común.
Como las personas nómadas y seminómadas de hoy, Abraham y Sara sabían lo que significaba ser vulnerables, dependiendo de la bondad de la tierra, respetando sus ritmos y viviendo en confianza. La tienda es un símbolo del peregrino agradecido que sabe que, al pasar por esta vida, nuestra huella debe ser ligera sobre la Tierra.
Cada año, durante el Tiempo de la Creación, los cristianos de todos los continentes se unen para rezar y actuar para restaurar nuestra Casa común, que está herida. Y cada año se presenta un nuevo tema para que los cristianos se unan en torno al cuidado de la creación de Dios. El de este año es ¿Una casa para todos? Renovando el Oikos de Dios, y el logotipo refleja ese tema, ya que es la tienda de Abraham, que simboliza “una casa para todos”.
La palabra oikos, del griego antiguo, significa “casa” o “familia”. La palabra casa hace referencia al lugar físico habitado, nuestra Casa común, el planeta Tierra, y la familia somos todas las especies que habitamos nuestra Casa común. Nuestra familia, integrada por la humanidad entera y cada una de las especies que habita este planeta forma nuestro hogar, nuestra Casa común, una casa para todos.
Pero nuestra Casa está en peligro: la crisis climática provoca la pérdida de hábitats y ecosistemas que son el hogar de millones de especies, y esto también nos incluye a los seres humanos…
Nuestro llamado bautismal nos impulsa a renovar toda la Tierra para que la vida pueda florecer. Y el Tiempo de la Creación, que transitaremos hasta el 4 de octubre de este año en todo el mundo, nos mueve a renovar en nuestro corazón el llamado a la conversión ecológica para volver al deseo inicial del Creador: una Casa para todos y todas.
Fuente: ViveLaudatoSi.org