La marca es Gumshoes (que, traducido, significa “zapatos de goma”) y logró evitar que estos derivados del petróleo, mezclas de plastificantes y otras sustancias contaminantes que son los chicles (o gomas de mascar) acaben de hacer daño también en la vía pública, en la que pueden representar un foco de infección y riesgo para la salud, ya que llegan a albergar hasta 10 mil bacterias y hongos.
Las crearon en Amsterdam, en los Países Bajos y para recolectar los chicles colocaron contenedores especiales en las calles. Los chicles son diez veces más difíciles y caros de eliminar de las calles que las colillas de cigarrillos y tardan en biodegradarse entre 25 y 30 años. Así es que GUMBUDY, una asociación holandesa dedicada a limpiar la ciudad de estos intrusos pegajosos, reúne finalmente la materia prima con la que se fabrican los GUMSHOES.
Pero no son los únicos: en Reino Unido Anna Bullus trabaja hace años para reciclar las gomas de mascar y también creó su propia línea de calzado (los GUMDROP) con ellos. Y unos jóvenes portugueses, para no quedarse atrás, reunieron los globos que se pierden o abandonan en las fiestas y que son un peligro para las aves y también neumáticos viejos y fabricaron los zapatos NUVEN, toda una creativa oportunidad para mejor la calidad de nuestro medio ambiente.