Urge reconocer que el problema no es en sí la Tierra sino nuestra relación con la Tierra. Ella ha vivido más de cuatro mil millones de años sin nosotros y puede continuar tranquilamente sin nosotros.
Nosotros no podemos vivir sin la Tierra, sin sus recursos y servicios. Tenemos que cambiar. La alternativa al cambio es aceptar el riesgo de nuestra propia destrucción y de una terrible extinción de la biodiversidad.
¿Cuál es la causa? El sueño de buscar la felicidad a través de la acumulación material y del progreso sin fin, usando para eso la ciencia y la técnica con las cuales se puede explotar de forma ilimitada todos los recursos de la Tierra. Esa es buscada individualmente, entrando en competición unos con otros, favoreciendo así el egoísmo, la ambición y la falta de solidaridad.
En esta competición, los débiles son víctimas de aquello que Darwin llama ‘selección natural’. Sólo los que mejor se adaptan, merecen sobrevivir. Los demás son, naturalmente, seleccionados y condenados a desaparecer. Durante siglos predominó este sueño ilusorio, haciendo pocos ricos por un lado y muchos pobres por el otro, a costa de una espantosa devastación de la naturaleza.
Fuente: Leonardo Boff en Eco-sencillez (servicioskoinonia.org)
Recordamos qué es la Pascua.
¿Cómo imaginás la Pascua de la Tierra, nuestra Casa común?
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