Solo en el Delta del Paraná, los humedales ocupan 240.000 hectáreas que son particularmente relevantes por su biodiversidad, por la presencia de especies amenazadas y por los procesos ecológicos y actividades económicas que allí se desarrollan: ha sido declarado uno de los humedales más importantes del mundo.
Un humedal es una zona de tierra inundada de forma temporal o permanente. Una suerte de gran esponja que absorben carbono. Es un ecosistema clave para la recuperación del ambiente que tiene un tipo de vegetación y de animales adaptados a la constante inundación.
Su destrucción se debe al avance de los emprendimientos inmobiliarios, la frontera ganadera y los emprendimientos mineros, con independencia de la propia degradación del ambiente por la crisis climática.
Sin los humedales perdemos calidad y abundancia de un recurso vital como el agua que, en el caso del Delta del Paraná, abastece a las ciudades (y su actividad económica) en una de las zonas más densamente pobladas del país.
Solo en lo que va de este año, se quemaron 105.000 hectáreas en el Delta del Paraná, más de un millón en Corrientes y 500.000 en los Esteros del Iberá. Ambas zonas son humedales clave para la Argentina.
Pero la devastación de los humedales tiene también otras consecuencias críticas en la calidad del aire. La ciudad de Rosario particularmente está viviendo momentos terribles debido al humo que la cubre a causa de los incendios ocasionados en el Delta del Paraná. La gente no puede ni respirar. Las enfermedades respiratorias se multiplican y es muy difícil, simplemente, estar.
La Ley de Humedales que esperamos sea sancionada con urgencia en el Congreso de la Nación propone:
- Identificar y ennumerar todos los humedales existentes en cada provincia.
- Crear un fondo especial de recursos para su protección y conservación.
- Establecer qué actividades se pueden y no se pueden hacer allí.
- Sancionar a quienes no respeten esta ley.